¿Qué es la dermatitis Atópica?
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, pruriginosa, crónica y recidivante con distribución universal, de curso y pronóstico variable, que ocasiona trastornos físicos y emocionales al paciente y su familia.
Se caracteriza por la presencia de descamación, prurito intenso (picazón), eritema (enrojecimiento), exudación y formación de costras.
Es una enfermedad eminentemente pediátrica que afecta con máxima intensidad y frecuencia a niños de entre 3 meses y 10 años, aunque la mayoría de los casos comienza en la edad pediátrica, observándose en un tercio de ellos la persistencia en el adulto.
La dermatitis atópica es un problema en alza. La incidencia de la enfermedad está en constante aumento, especialmente en los ambientes urbanos. En las consultas de pediatría, de dermatología pediátrica y de alergología pediátrica, la dermatitis atópica supone un porcentaje muy elevado de las visitas, y origina una alta tasa de revisiones, ya que se trata de un problema crónico y recidivante.
Clínicamente se caracteriza por lesiones de eccema que se acompañan de piel seca e intenso prurito. Las lesiones son fluctuantes y evolucionan por brotes, con fases de empeoramiento y otras de mejoría o remisión. Los brotes generalmente aparecen sin una causa conocida; en ciertas ocasiones se favorecen por cambios estacionales, situaciones de estrés y sobreinfección de las lesiones.
El eccema se distribuye según la edad:
Lactantes: cara y superficies de extensión
Infantil: áreas de flexión
Adolescentes y adultos: liquenificación en áreas flexurales, manos, muñecas, tobillos, pies y cara.
Dado que no existen pruebas de laboratorio específicas en la Dermatitis atópica la clínica es fundamental para el diagnóstico de esta enfermedad.
El prurito o picazón se considera el síntoma más constante y destacable de la Dermatitis atópica. Se presenta en todas las edades y con todas las manifestaciones clínicas de la enfermedad. Produce un gran malestar y nerviosismo en el paciente y un intenso rascado que agrava las lesiones presentes provocando excoriaciones, liquenificación y sobreinfección de las mismas. El prurito suele ser intermitente durante el transcurso del día, pero por lo general se agrava durante la noche. Esto provoca en muchas ocasiones importantes trastornos en el sueño, tanto en el niño como en sus familiares.
La xerosis o sequedad es permanente. La composición de los lípidos está alterada, lo que produce una deshidratación de la piel. También se altera la capa córnea (como barrera de protección) que predispone a dermatitis irritativas y alérgicas de contacto y constituye una puerta de entrada para virus y bacterias.
Los factores que desencadenan la dermatitis atópica con más frecuencia son: el calor, la lana y algunos alimentos, como alcohol y especies, las afecciones respiratorias altas y el polvo ambiental.
Un factor importante en la exacerbación de la dermatitis atópica es el stress.
Tratamientos disponibles para mejorar la calidad de vida del paciente
– Aliviar los signos y síntomas.
– Prevenir o reducir las recurrencias.
– Prevenir las exacerbaciones a largo plazo.
Cuidados en la piel:
- Baños diarios cortos y con agua tibia, evitar los jabones y utilizar los llamados syndets sintéticos.
- El secado debe realizarse sin frotar la piel del paciente.
- Hidratar la piel con humectantes y/o emolientes. El uso de emolientes es considerado una estrategia de primera línea en el manejo de la dermatitis atópica.
- La hidratación debe ser repetida tan a menudo como sea necesario, preferentemente con cremas o emulsiones que contengan lípidos, como ceramidas y ácidos grasos esenciales, extractos de avena o vitaminas para obtener un mejor resultado.
- Si la enfermedad es severa, puede requerir hidratación continua con compresas húmedas y aplicación simultánea de cremas humectantes.
Se recomienda:
- Usar ropa de algodón, de colores claros, holgada, evitando el contacto de la piel con prendas confeccionadas con tejidos sintéticos o lana. Las prendas deben ser adecuadas a la actividad del paciente y la temperatura ambiente.
- Evitar el uso de jabones o productos irritantes para la higiene.
- No utilizar perfumes ya que pueden ocasionar irritación.
- Evitar detergentes, blanqueadores y suavizantes para el lavado de la ropa.
- El calor y la transpiración empeoran el prurito.
- Se deben evitar los cambios bruscos de temperatura así como los ambientes extremadamente secos, temperaturas superiores a 20ºC. Se recomienda humidificar el ambiente. Tener en cuenta que el calor y la transpiración empeoran el prurito.
- Limitar el contacto con animales de pluma o pelo ya que pueden ocasionar una brote.
- Es aconsejable evitar el contacto con peluches, alfombras, cortinas.
- No deben indicarse dietas restrictivas, salvo que se haya comprobado la intolerancia a un determinado alimento.
- No alterar el esquema de vacunación salvo indicación médica derivada del uso de inmunosupresores o inmunomoduladores.
Dorys Pérez Mautone
Capacitadora Experta en Dermatología y Cosmética.